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Corrientes historiograficas. Desde el surgimiento del historicismo a la actualidad (página 2)




Enviado por gabriel avalos



Partes: 1, 2

Otra de las ideas sostenidas por el historiador
francés es que no es que no exista o sea imposible el
desglose social sino que las formas culturales (o
representaciones) no son explicadas por dicha separación,
al contrario hay que partir de ellas para interpretar el desglose
social. De ahí su propuesta de hacer una historia cultural
de lo social y no una historia social de lo cultural, ya que las
prácticas culturales no están necesariamente
organizadas según divisiones sociales
previas[59]y además porque no hay
práctica ni estructura que no sea producida por
representaciones[60]

Pero si bien el autor critica la forma de concebir la
historia cultural de mentalidades, mediante estadísticas y
datos seriales y sostener que es muy estructurada como para
acercarse a la cultura, ya que su objeto es lo colectivo, lo
automático y lo repetitivo, y al alejarse de la
dependencia social, no abandona el terreno de lo social sino que
fija su atención en las estrategias simbólicas que
se encuentran en él y las cuales determinan posiciones y
relaciones que construyen identidades sociales de diferentes
grupos o clases[61]

Por último, en función del texto de
Chartier, se puede concluir que los cambios producidos en el
campo histórico no tienen que ver con una crisis de las
ciencias sociales o un cambio de paradigma, sino más bien
con una reorientación atravesada por el influjo de la
posmodernidad, en la cual la historia se encuentra insegura ante
las nuevas exigencias planteadas. Por lo tanto, como ya se
mencionó al principio del apartado, se ve obligada a
abandonar el diálogo que tenía con las disciplinas
tradicionales y buscarlas en otras ramas, entre las que se pueden
encontrar a la crítica literaria, la semiótica y la
antropología interpretativa.

En este ambiente, la propuesta de Chartier surge de un
maduramiento de la historia social de mentalidades y no de un
agotamiento, ya que tal maduración da lugar a que se
renueven los enfoques[62]tal como lo hará
la Nueva Historia Cultural.

Breve referencia sobre la
Microhistoria

Como se viene observando, la propuesta de historia de
mentalidades no solo tuvo un éxito importante sino
también varias críticas. Una de ellas es, como
vimos, la de Chartier que la hace desde el seno de la corriente
annalista. Pero surgen otras que se formulan fuera del
movimiento francés, como es el caso de la
microhistoria.

Entre los "70 y "80 se desarrolla en Italia esta nueva
corriente historiográfica. La microhistoria
sostenía que el modelo annalista, al fundar sus
estudios en la larga duración utilizando una macro escala,
no podía percibir algunos cambios que eran importantes
para entender las relaciones de diversa índole. Por lo
tanto, su propuesta metodológica es reducir la escala no
en contraposición de la larga duración sino para
enriquecer el conocimiento. Otro de los instrumentos utilizados
por los micro historiadores son las herramientas narrativas para
construir el relato historiográfico.

Edoardo Grendi introduce en la historiografía
italiana la influencia de Thompson[63]y de Geertz.
Del primero toman conceptos como la cultura plebeya versus
cultura patricia, la capacidad de agencia, entre otros, y del
segundo la denominada descripción densa.

De esta manera en la microhistoria se pueden encontrar
dos ejes: a) disminución de escala para observar
comportamientos y/o interacciones que no se pueden apreciar en
una escala macro y b) seguimiento del caso o del nombre mediante
un estudio exhaustivo del material documental para obtener un
mayor conocimiento.

El influjo de la
postmodernidad

El postmodernismo trastocó varios ámbitos
de la realidad, al derrumbar el pensamiento racional y progresivo
de la modernidad y poner en duda el posible conocimiento
científico[64]Y como se vio en los
apartados recientes, las ciencias sociales y dentro de la ellas
la historia no es ajena a dichas modificaciones. Sin embargo,
conviene agregar algunas aclaraciones respecto al fenómeno
a desarrollar.

El postmodernismo considera a la historia desde un punto
de vista poliédrico, con el fin de liberarla de los moldes
tradicionales académicos y metodológicos. No
obstante, no es una corriente intelectual propiamente dicha sino
más bien un conjunto de epistemologías y
metodologías[65]

Además, los cambios introducidos por el
postmodernismo son equiparables a la ruptura que Annales
hizo con el historicismo. Porque a pesar de las renovaciones que
se llevaron a cabo en Francia, en Inglaterra con Thompson o en
Estados Unidos con la Cliometría, se siguieron apoyando en
las ciencias sociales, en cambio, a partir de los "80 se rompe la
interdisciplinariedad tradicional y se busca otras disciplinas en
donde apoyarse, dado que la historia al no ser una ciencia
productora de teorías criticas necesita de otras que
sí lo son.

La crítica posmoderna hacia el conocimiento
histórico atenta contra la forma de concebirlo hasta ese
entonces, en donde el historiador debe abandonar la idea de
contribuir a un conocimiento científico y todo intento de
explicación[66]Por lo tanto, no tiene que
ver con una modificación de temas sino con un cambio
más radical y abstracto en donde la preocupación va
a pasar por las formas del lenguaje humano como definidoras de la
realidad, basada en la interpretación,
alejándose de toda realidad objetiva
posible[67]

En tal contexto de cambios y/o reformulación de
la historia van a ir surgiendo diferentes respuestas (como se
verá, algunos moderados abocados a lo antropológico
y otros más radicales a lo lingüístico), que
trataran de darle una solución a las nuevas inquietudes. Y
dichas soluciones muestran como, a diferencia de antes, no hay un
núcleo historiográfico que predomine por sobre las
demás.

Postmodernidad y
lenguaje

Giro Antropológico

En esta rama de la historiografía se encuentra la
Nueva Historia Cultural. La misma surge en 1989 bajo
unos estudios publicados por Lynn Hunt[68]los
cuales no solo aportan el nombre sino que aborda varios
postulados de la nueva corriente. Por ejemplo: la propuesta de
comprender de manera inédita las relaciones entre las
formas simbólicas y el mundo social y a leer los textos e
imágenes en una clave diferente, basándose en la
nueva interdisciplinariedad, para entender las conductas
individuales o ritos colectivos en sus significaciones
simbólicas[69]

En la siguiente cita Chartier expone las preocupaciones
de esta nueva corriente historiográfica:

"(…) la crítica en contra de la
modalidad dominante de la historia cultural abrió el
camino a nuevas maneras de pensar las producciones y las
prácticas culturales. Desde fuera o desde el interior de
la tradición de los Annales, estas nuevas perspectivas
impusieron algunas exigencias: privilegiar el uso individual
más que las desigualdades estadísticas; (…)
considerar las representaciones del mundo social como
constitutivas de las diferencias y de las luchas que caracterizan
las sociedades. Son esos desplazamientos, puestos en
práctica en el desglose y en el análisis de los
objetos históricos, los que la categoría de new
cultural history quería designar y reunir en
1989"[70]

Entonces, se puede observar que la nueva historia
cultural surge como un intento de superación de la crisis
que vive el campo historiográfico a causa del influjo del
postmodernismo. Sin embargo, este intento de reacomodamiento
también toma algunos postulados del fenómeno
emergente. Tal es el caso de la antropología
hermenéutica geertziana que sostiene que lo que constituye
a una cultura es la totalidad de los lenguajes y de las acciones
simbólicas propias de una comunidad (por lo tanto se
presta atención a las manifestaciones colectivas, como por
ejemplo los rituales, carnavales, etc…). De hecho
comparten la definición de cultura expresada por Geertz de
la siguiente manera:

"El concepto de cultura que yo sostengo (…)
denota un esquema históricamente transmitido de
significaciones representadas en símbolos, un sistema de
concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas
por medio del cual los hombres comunican, perpetúan y
desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la
vida"
[71]

En esta cita se puede observar un concepto
semiótico de cultura, es decir, basado en símbolos
como objetos de sentidos y de significaciones. A su vez el autor
plantea que el análisis de la cultura no tiene que ser una
ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia
interpretativa en busca de significaciones[72]En
este sentido se puede observar la característica
hermenéutica, donde los planteamientos teóricos y
métodos analíticos no pueden o no son aplicables
para comprender los aspectos cualitativos de la existencia humana
sin que se produzca una distorsión o pérdidas
importantes[73]Cuestión que se ve reflejada
cuando Geertz expresa que el antropólogo no debe crear
modelos explicativos externos que intenten dar cuenta de la
cultura sino que ella debe ser explicada por categorías
que se encuentren dentro de la misma.

En este punto conviene hacer una aclaración. Si
bien el dialogo con la antropología no es nada nuevo, lo
innovador es que la relación aquí no está
basada en tomar conceptos para explicar cuestiones
históricas, tal como lo hizo Thompson, sino que el influjo
de la antropología simbólica, en plena crisis de
las ciencias sociales, les marca una agenda que no solo abarca
una cambio de gustos temáticos, sino también una
reforma en el modo de abordarlos[74]es decir, que
se propone abandonar tanto la lectura lineal de la historia total
como también a aquellas que parten de categorías
analíticas, para establecer una visión
poliédrica de la realidad que busca centrarse en el
individuo desde diferentes perspectivas.

De modo que la nueva historia cultural al prestarle
tanta importancia a las cuestiones simbólicas y sus
representaciones termina transformando la comprensión de
varias realidades fundamentales, como el ejercicio de la
autoridad, basada en la adhesión a los signos, a los ritos
y a las imágenes, la construcción de las
identidades sociales o religiosas o las relaciones entre los
sexos, todos regidos por las condiciones de posibilidad basados
en recursos desiguales de los que disponen los individuos. Es
decir, hay una renovación de enfoques, ya que propuso a la
historia política que tratara las relaciones de poder como
relaciones de fuerzas simbólica, y a la historia social
que hiciera hincapié en la aceptación o el rechazo
de las representaciones, por parte de los dominados. O sea, ver
como las representaciones y los discursos construyen las
relaciones de dominación[75]

Entonces, en función de lo desarrollado se puede
apreciar la importancia del lenguaje, ya que, desde la
perspectiva semiótica se observa como la cultura al poseer
las características de un leguaje, constituye un
sistema y su constitución es lo que posibilita la
interpretación porque cada acto y cada expresión
tiene un valor simbólico que refleja la totalidad de la
cultura[76]

También se puede entrever la importancia del
texto como referente principal de la nueva disciplina porque la
cultura es vista como una categoría de la
textualidad, en la que Geertz analiza la conducta social
como un texto simbólico, a diferencia de
Lévi-Strauss que la analizaba como una acción
simbólica[77]

Sin embargo, el peso de la Nueva Historia Cultural
reside en el poder de la cultura como fuente de
comprensión histórica. Porque, por un lado, como se
mencionó, el lenguaje es importante porque permite acceder
a las diferentes formas de organización social pero las
formas sociales no se limitan al lenguaje. Y, por el otro, si
bien el mundo puede ser leído como un texto no es lo mismo
que un texto[78]

A pesar de todas las innovaciones que hizo la Nueva
Historia Cultural se pueden criticar varias cuestiones. Una de
ellas es que pretende dejar de lado la historia total pero su
multiplicidad de enfoques quizá la relacione o la acerque
hacia ella. Y por otro, en el caso de Chartier que aboga por
abandonar el determinismo social de annales se corre el
riesgo en suplantarlo por un determinismo cultural.

Por último, es interesante destacar varias
cuestiones. En primer lugar, que a pesar de compartir la
importancia dada al lenguaje, representaciones y a lo
simbólico, la nueva historia cultural no es un grupo
homogéneo ya que no tiene un criterio metodológico
común y al tener diversos referentes teóricos hace
que sus perspectivas y objetos de estudios también lo
sean. Además, ante la dificultad de definirlos como
movimiento historiográfico, terminan siendo, en cierto
sentido, lo mismo que critican de la historia de mentalidades. En
segundo lugar, es importante recalcar su propuesta moderada,
porque a pesar de sus nombradas innovaciones siguen tomando a los
documentos y otras fuentes como punto de partida para sus
investigaciones. Y en tercer lugar, es interesante recordar que
la nueva historia cultural se consolidó después de
haber superado la fase de la historia de mentalidades y del
neomarxismo culturalista, de haber rechazado las propuestas
basadas en la teoría literaria más radical (que
será tratada en el siguiente apartado) y de adoptar ideas
y conceptos de la antropología
hermenéutica[79]

Giro Lingüístico

A diferencia del giro antropológico, en donde el
lenguaje era un ingrediente importante pero no tanto como la
cultura, el giro lingüístico parte de una
representación lingüística del mundo, en donde
todos los problemas filosóficos pueden ser reducidos y
transferidos a los usos del lenguaje. Pero si bien esta
concepción se desarrolla en el campo filosófico, su
creciente importancia hace que influya en otras disciplinas,
entre ellas la historiografía. Y en ella, mediante el
análisis del discurso se analiza la escritura de la
historia como una forma de discurso, lo que lleva a formular la
siguiente pregunta: ¿existe algo que se puede llamar
pasado fuera del discurso?[80]

Partiendo de la idea que la investigación
histórica no tiene un carácter racional y
científico por el cual permita llegar al conocimiento del
pasado, el historiador norteamericano Hayden White lanza hacia
mediados de los "70 una propuesta radical, al sostener que la
historia es una poética más. Su argumento reside en
que si bien hay un pasado que pasó no hay una verdad sobre
esos hechos porque llegaron al presente en forma de textos y como
tales son escritos por sus contemporáneos, que,
según White, a su vez fueron determinadas por cuestiones
estéticas y morales, no científicas. De modo que al
no haber una veracidad de lo ocurrido lo que se pone en juego es
la verosimilitud de los relatos, el cual se corresponde con la
manera más eficaz de articular las narraciones a
través de los recursos retóricos porque cuanto
mejor armada retóricamente esté, mejor predispuesta
va a estar a mostrar su verosimilitud y mejor posicionada se va a
encontrar para imponer su perspectiva.

Por lo tanto, si en la historia lo que importa son los
hechos y las narraciones de los hechos, el límite entre
historia y literatura no son tan claros y en consecuencia la
historia pasa a ser un texto más. Resulta interesante
comparar este momento de la historiografía en donde el
proceso de delimitación entre historia y literatura es
inverso al propuesto por Ranke un siglo atrás, en donde
él filólogo alemán trataba de establecer una
frontera entre las mismas, erradicando los elementos
narrativos.

Volviendo al tema de criterio de verdad, White desconoce
totalmente el carácter científico-objetivo de la
historia porque arguye que los hechos no se presentan y hablan
por sí mismos y por ende la tarea del historiador no es
reconstruir el pasado observando todo, tal como se vino haciendo
a lo largo del siglo XX, sino que para White mediante el acto
mental el historiador prefigura el campo
histórico[81]En este punto es importante
observar la importancia del lenguaje, ya que el historiador
está condicionado por los signos lingüísticos
del documento que analiza y, al mismo tiempo, por los signos
lingüísticos que él mismo
utiliza
[82]

Respecto de los hechos históricos sostiene que
los acontecimientos reales no deberían hablar por
sí mismos, los acontecimientos reales deberían
simplemente ser
[83]Es decir, que los hechos
no se presentan como épicos ni trágicos sino que la
forma se la da el narrador (en este caso el historiador) a un
mismo contenido. En otras palabras, el contenido siempre es
moldeado por la forma debido a que ambos no pueden separarse de
la escritura de la historia porque "las narrativas
históricas son ficciones verbales cuyos contenidos son
más inventados que descubiertos y cuyas formas tienen
más en común con sus contrapartidas literarias que
con las científicas"
[84]

Pese a todo lo desarrollado y ante su actitud radical,
aunque no tanto como la teoría deconstruccionista, de
desdibujar los límites de la historia y literatura, de
socavar el trabajo del historiador y de negar la veracidad de los
hechos, aunque parezca paradójico, él mismo como
historiador sale a la defensa de la historia porque en medio del
impacto que tiene la postmodernidad lleva a cabo un
diagnóstico, en el cual expresa que la historia es
teóricamente débil y
metodológicamente deficiente porque busca datos y
trata de explicar la historia de esos mismos datos que encuentra.
Y si bien no da una solución a esto sí trata de dar
respuesta, aunque no sea la mejor, a la crisis de la historia
buscando como solución a la narrativa, es decir, ver a la
historia como una gran construcción
retórica.

Por último, aunque la historia para White debe
ser entendida como un género literario, regida por
criterios literarios, mantiene sus propias particularidades, por
ejemplo el relato histórico necesita tener un desenlace y
no estar solamente ordenados cronológicamente. Al respecto
el autor sostiene que en el discurso histórico, la
narrativa sirve para transformar en una historia una lista de
acontecimientos históricos que de otro modo serian solo
una crónica
[85]Otra
característica que necesitan los relatos para convertirse
en históricos es manifestarse al menos en dos narraciones
que registren su existencia[86]De esta manera, se
puede advertir como el discurso, la narrativa y el lenguaje
socavan el carácter científico de la historia,
quitándole, según esta corriente, el
carácter explicativo, reservado solo a las ciencias, y
atribuyéndole el comprensivo, exclusivo de las
poéticas.

Historia
intelectual

Luego del impacto de la postmodernidad, la historia se
manifestó en dos vertientes: la ya vista Nueva Historia
Cultural y la Historia Intelectual expresados en dos posturas, la
versión alemana de Historia Conceptual, dirigida por
Reinhart Koselleck, y la Historia del Discurso inglesa,
desplegada por QuentinSkinner y John GrevilleAgard
Pocock.

Dichas tendencias, a pesar de tomar la idea de que el
discurso histórico, independientemente de la forma que
posea, es siempre una narrativa, se basan en una vía
moderada más allegada a las formas tradicionales, como se
verá a continuación, en contraposición de la
radicalidad propuesta por Hayden White y más aún
por el deconstruccionismo.

Historia Conceptual

El surgimiento de la historia conceptual se remonta a la
Alemania de la posguerra, cuando al agotarse la vía de las
historias de las ideas, en los ámbitos académicos
surge la necesidad de definir los conceptos utilizados en el
campo de las ciencias humanas. Y ante dicha urgencia se puede
entender como los primeros objetivos de la historia conceptual
fue la elaboración de diccionarios
conceptuales[87]

Ahora bien, para adentrarse en los postulados de la
historia conceptual es necesario aclarar que ésta parte de
la teoría diferencial entre la palabra y el concepto, es
decir, plantea una clara distinción entre ambas, ya si
bien cada concepto depende de una palabra, cada palabra no es un
concepto. De esta manera, intenta acabar con el círculo
vicioso que se genera entre la palabra (significante), el
concepto (significado) y la realidad (referente), de modo que su
propuesta metodológica se basa en alternar el
análisis del significado diverso de las palabras y el
análisis referente a la diversidad de denominaciones
usadas para describir el mismo
fenómeno[88]

Otro punto a destacar es que la historia conceptual
introduce la variable temporal para dar cuenta de los cambios que
se producen conceptualmente. De esto se deriva que el tema de la
presente corriente es la convergencia entre concepto e historia,
teniendo en cuenta que la historia sólo sería
historia en la medida en que ya estuviera
conceptualizada
[89]

Siguiendo con la relación entre historia y
concepto, Koselleck aduce que la historia conceptual no fija
propiamente su objeto, sino que más bien es el resultado
de la dinámica que se establece entre las experiencias
históricas y su registro lingüístico. Con lo
cual la historia conceptual no es una historia de las palabras,
ni una historia de los términos, sino una historia de los
conceptos que parte de la siguiente proposición: una
palabra se convierte en concepto cuando se carga de connotaciones
particulares. Por lo tanto, el lenguaje conceptual no es univoco,
sino todo lo contrario, posee una diversidad de acepciones. En
consecuencia, el autor plantea que los conceptos como tales no
tienen historia sino que contienen historias, porque la identidad
del concepto va modificándose. Sin embargo, dicha
relación es constante, porque si bien los conceptos no
tienen historia, son ellos los que permiten recoger la
multiplicidad de las experiencias históricas. En este
punto, Koselleck proclama que los conceptos y la realidad cambian
a diferentes ritmos, de modo que muchas veces la capacidad de
conceptualizar la realidad deja atrás a la realidad
conceptualizable, o a la inversa[90]

Llegados a este punto, es necesario mencionar que la
mayor innovación de la historia conceptual es darle un
contenido social a los conceptos de la vieja historia de las
ideas, ya que intenta redescubrir la riqueza de la historia
social a través de los conceptos, desempeñando un
papel de reorientación teórica para el conjunto de
la historia[91]

No obstante, la historia conceptual se muestra como una
rama historiográfica y metodológica, pero no en
boga de una sustitución de métodos sino para llevar
a cabo la complementación de varios de ellos, ya que uno
de sus objetivos es descifrar que partes de un significado
persiste y que otras fueron
añadidas[92]Además, tiende a mostrar
los anacronismos que la historia social lleva a cabo al momento
de conceptualizar tanto al pasado como a los agentes
históricos, debido a que los conceptos tienen que estar
relacionados con su contexto.

Por último, cabe destacar dos cuestiones. Por un
lado, que en su afán de independizarse de la idea de ser
solo una disciplina auxiliar, llevan a cabo un diccionario
monumental de conceptos históricos fundamentales
utilizados en Europa entre los años 1750 y 1850. Y si bien
fue útil para que los investigadores acudan a ellos, puede
encontrarse en él ciertas limitaciones que se corresponden
con el acotado período que abarca. Por el otro lado, se
puede observar aquí nuevamente el influjo de la
postmodernidad (de hecho podría decirse que es una
consecuencia del giro lingüístico) al darle
importancia a la hermenéutica para la comprensión
de los procesos históricos mediante los textos y a la
semiótica para el significado de los conceptos, combinando
el nivel del lenguaje y el nivel extralingüístico, es
decir, el texto y el contexto[93]Sin embargo,
Koselleck sostiene que la historia no se limita a ser un caso
especial de la hermenéutica, ya que es algo más que
una ciencia ligada filológicamente al
texto[94]y al no centrarse solamente en él
sostiene: "el texto de la historia no está nunca
concluido por completo, ni está nunca fijado
definitivamente por escrito"[95].

Historia del Discurso Histórico

Los orígenes de la historia del discurso pueden
rastrearse en la década del "50 cuando en Cambridge y en
Oxford comienzan a publicarse estudios sobre las teorías
del acto de habla basados en análisis
lingüísticos. Pero recién a mediados de los
"60, con la aparición de los primeros escritos de Skinner,
esta vertiente comienza a tomar importancia en un marco de
modificaciones que se producen en la historiografía,
caracterizada por el alejamiento de la historia del pensamiento
para dar lugar a la historia del
discurso[96]interesada en los actos de habla que
llegan a ser conocidos y que suscitan una
respuesta[97]

Como se mencionó al comienzo del apartado, otro
de los principales representantes de la historia del discurso es
el historiador británico J.G.A. Pocock. Este centra sus
trabajos en grandes intelectuales que escribieron para el debate
político. Entre ellos se pueden mencionar a Locke, Hume y
Hobbes.

Al igual que la historia conceptual, esta vertiente de
la historia intelectual procede hermenéuticamente para
estudiar los textos de los grandes teóricos
políticos. Y si bien el autor menciona como
problemática a estudiar la intencionalidad que tuvieron
los autores clásicos, lo hace en referencia a los estudios
de Quentin Skinner, ya que Pocock al centrarse en
desentrañar los significados de los textos no profundiza
ni soluciona el tema.

De la misma forma que la historia conceptual
innovó sobre la historia intelectual
tradicional[98]la historia del discurso
también se va a diferenciar de ésta en la medida en
que las ideas ya no pueden ser comprendidas primordialmente
como las creaciones de grandes mentes sino que deben ser vistas
como parte del discurso de la comunidad intelectual dentro de la
cual fueron gestadas
[99]Para que tal
situación sea posible es necesario ubicarse en un contexto
liberal[100]entendido como un ámbito
sumamente discursivo, en el cual pueda llevarse a cabo un debate
basado en discursos y contradiscursos. De hecho Pocock sostiene
que sólo en estos escenarios el discurso tiene una
historia[101]

Respecto de la tarea del historiador para descifrar los
significados de los discursos que estudia es necesario que se
familiarice con el lenguaje, o mejor dicho con lo que el autor
denomina langue (idioma) para analizar la parol
(actos de habla). De esta manera, se apropia de algunas partes de
los enunciados para explicarlos, y al hacerlo el historiador
puede caer en una reinterpretación. En este punto, es
sugestivo destacar que los actos de habla, más allá
de las intenciones que tenga un escritor, no quedan libres de las
interpretaciones que harán otros de
ella[102]ya que aquí entran en juego
términos como expropiación,
innovación e intención. Por
ejemplo: Gramsciexpropia el lenguaje de Marx y a través de
su lenguaje y con su intención genera otro
lenguaje, por lo cual está llevando a cabo una
innovación.

Entonces, se puede observar como el lenguaje pasa a ser
la clave del historiador para comprender el acto de habla y el
contexto. Y más aún, su importancia se torna casi
indispensable porque al formarse en el transcurso del tiempo
exhibe un carácter histórico y por lo tanto da
cuenta de un contexto político, social o histórico
dentro del cual él mismo se sitúa. Sin embargo, no
hay que perder de vista que cada lenguaje selecciona elementos
del contexto dentro del cual se lo reconoce[103]lo
que a su vez se relaciona con las necesidades de su
presente.

Algunas
conclusiones

Frente a lo desarrollado a lo largo del giro
lingüístico, se pueden establecer algunas
diferencias. Primero, si bien las tres tendencias mencionadas
parten del análisis de los textos, la historia intelectual
no comparte la primacía que White le da al texto, porque
sostienen que el texto por sí solo no puede ser un objeto
de estudio como si lo propone el género textualista, al
utilizarlos como estructuras cerradas, coherentes en sí
mismos, que no pueden ser explicadas fuera de su sistema
retorico, al contrario, según la historia intelectual es
necesario ponerlos a dialogar con otros textos y así ir
formando el contexto porque, como se vio, su objetivo es el
comprender el sentido de un texto y englobarlo en el discurso de
la época en que se originó.

En este punto, a pesar de tener varias similitudes, creo
interesante hacer una breve distinción entre las dos ramas
historiográficas recién mencionadas. Si bien ambas
concuerdan en que el discurso presupone una comunidad de actores
respectivamente autónomos que se comunican mutuamente
porque hablan un lenguaje común, a través del cual
pueden influir en el mundo social y político, lo que
demuestra que el discurso aporta a la formación de la
realidad política, la cual a su vez impacta al discurso,
Koselleck va más allá que Pocock y Skinner al
utilizar el análisis del discurso como un medio de
reconstruir no sólo la historia del pensamiento
político sino también de las estructuras
políticas y sociales[104]

Por último, restaría mostrar dos
diferencias más, las cuales son fundamentales entre White
y la historia intelectual. La primera, se refiere a que la
propuesta radical de White no tiene relevancia, porque tanto la
historia conceptual como la historia del discurso mantienen la
identidad disciplinar tradicional, tan cuestionada por White. Es
decir, utilizan el documento seguro como punto de partida para
sus investigaciones, de manera similar que lo hace la nueva
historia cultural con el giro antropológico. La segunda
diferencia, radica en que tanto el concepto como el discurso,
basados en el lenguaje, son medios utilizados para acercarse a la
realidad histórica, no para negarla. Sin embargo, esto no
significa que las ideas o el lenguaje determinan una
evolución histórica sino que la hace
comprensible[105]

En fin, estas ramas historiográficas dan cuenta
de la historia como una disciplina que mantiene tanto una
coherencia como una metodología propia, a diferencia de
aquellos que la piensan como una poética
más.

El quehacer historiográfico en
los últimos años

Todas las prácticas historiográficas
descriptas hasta aquí se desarrollaron a fines del siglo
XIX y a lo largo del siglo XX. En cambio, en la actualidad la
historia se está desarrollando en función de dos
vertientes: la Historia Reciente y la Historia Global.

Respecto de la primera cabe decir que existe una
dicotomía en cuanto a cómo denominarla (historia
reciente, historia del tiempo presente, historia del presente). Y
si bien sus orígenes pueden rastrearse a partir de la
primera guerra mundial y su institucionalización luego de
la segunda posguerra, recién durante la década del
"70 comienza a tomar vigencia, es decir, en el contexto del
postmodernismo y la crisis de los grandes relatos. Aquí,
el giro lingüístico le proporciona cierta importancia
al concederle un lugar privilegiado a los actores y a la verdad
de sus subjetividades[106]

También podemos encontrar una controversia acerca
de su especificidad, ya que no se define por cuestiones
epistemológicas, metodológicaso consideraciones
temporales, sino a partir de cuestiones subjetivas y en este
sentido los objetos privilegiados de esta historia son los
acontecimientos "traumáticos" que transforman los procesos
del pasado cercano en problemas del
presente[107]Por lo tanto, su historicidad se basa
en la relación entre pasado y presente, y si bien eso es
común a otras prácticas historiográficas su
particularidad reside en que el presente interfierefrecuentemente
en el pasado, el cual a su vez es inacabado. En este punto, es
interesante marcar que si bien siempre el presente aspira a
interesarse por el pasado, el historiador que hace historia
reciente se ve doblemente condicionado por su presente y, al
mismo tiempo, por su pasado que a su vez en ese momento fue su
presente y él un protagonista del mismo, si es que lo
vivió.

Por último, quiero mencionar que la historia
reciente trabaja con testimonios, lo cual puede ser criticado
porque dichas fuentes pueden ser manipuladas inconscientemente a
través de la memoria.

Ahora bien, en referencia a la historia global se puede
mencionar que surge cuando, a causa de los estudios
microhistóricos, se sobresatura lo fragmentario tras lo
cual comienzan a surgir críticas para volver a una
historia más estructural. A pesar que son pocos hay una
búsqueda de otras alternativas.

La especificad de la historia global radica en
intercalar las diferentes escalas (micro y macro), sin
privilegiar ninguna, con el fin de interrelacionar los diferentes
acontecimientos teniendo como escenario al propio mundo. En otras
palabras "en la historia global todo acontecimiento que
ocurre en un punto del planeta puede afectar en escalas
diferentes a la totalidad de los individuos del mundo. Todo
acontecimiento contiene elementos de
mundialidad"
[108]Es decir, se estudia un
fenómeno micro, en sus diferentes modulaciones, con un
contexto global.

Otra particularidad de la historia global es que rompe
con la línea cronológica porque además de
relacionar los acontecimientos entre las escalas también
lo hace cronológicamente de atrás haciaadelante o
viceversa. Además de recuperar algunos aspectos de Braudel
(descomposición del tiempo) también rescatan de la
microhistoriael hecho de conocer el detalle
másmínimo del caso, lo cual posibilita conocer sus
relaciones con las modulaciones. De modo que para llevar a cabo
la historia global si o si hay que partir del
microanálisis para llegar a la globalidad.

Rumbo hacia
algunas consideraciones finales

En función de lo desarrollado a lo largo del
presente trabajo se puede argumentar que la historia se encuentra
en constante tránsito. Esto da cuenta que las practicas
historiográficas no tienen una estabilidad concreta porque
al estar influenciada por las diferentes preguntas que demanda su
presente[109]siempre se encuentra
reformulándose en pos de intentar darle una posible
respuesta a esa inquietud. Pero a pesar de encontrarse en
tránsito permanente, vimos que tales cambios no son
drásticos porque las nuevas corrientes que fueron (y van)
surgiendo en cada contexto particular siempre se nutren de alguna
parte de las practicas historiográficas vigentes.
Así por ejemplo, los cánones de cómo hacer
historia primero fueron formulados por Ranke luego es redefinido
por Francia y después por Inglaterra. Inclusive la
posmodernidad que puede tomarse como el golpe más duro
recibido por las ciencias sociales, invita a reflexionar una
nueva forma de hacer historia.

Por lo tanto, en mi opinión, creo que se le puede
sacar mayor provecho al quehacer historiográfico si,
dentro de las posibilidades, se oscila (sin quedar atado a
ningún privilegio) entre las diferentes escalas, entre las
diferentes fuentes, ya sean orales o escritas, si se dialoga con
disciplinas que puedan llegar a aportar un mayor conocimiento de
la historia. Y aunque parezca un tanto ecléctico, o mejor
dicho conciliador, por qué no tomar parte de la propuesta
de LaCapra acerca de formarse con disciplinas teóricas
para adquirir mayor herramientas críticas que sirvan de
base para llevar a cabo trabajos aúnmás
eficientes.

Bibliografía

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Autor:

Gabriel Avalos

 

[1] En la cual los propios actores van a dar
cuenta de lo que paso y no el historiador, es decir, tal como
sostenía Ranke en su afán de establecer la
objetividad: relatar la historia tal cual fue.

[2] IGGERS, Georg G., La ciencia
histórica en el siglo XX. Las tendencias
actuales.Barcelona,Editorial Labor, 1995, pág. 27.

[3] Ibídem, pág.31

[4] Es necesario aclarar que este proceso se
da en un contexto en donde se comienza a definir la identidad
alemana y para ello utilizan a la historia como elemento
esencial para forjarla, a pesar que no era la funcionalidad que
Ranke deseaba.

[5] AURELL, Jaume: “La escritura de la
memoria. De los positivos a los postmodernismos”.
Universidad de Valencia, 2005, pág. 26

[6] “Para acercar la sociedad y la
cultura al centro de la contemplación histórica,
y de que la investigación histórica
debería trabajar con un concepto de ciencia que
ofreciera unos criterios metódicos rigurosos no solo
para la investigación de los hechos, sino también
para el reconocimiento y la explicación de las
interrelaciones histórica” en: IGGERS, Óp.
Cit., pág. 33

[7] Ídem.

[8] IGGERS, Georg. Óp. Cit.
pág. 50.

[9] AURELL, Jaume, Óp. Cit.,
pág. 43.

[10] Ibídem, pág.44

[11] REVEL, Jacques, Un momento
historiográfico. Trece ensayos de historia social,
Manantial, 2005. “Historia y ciencias sociales: los
paradigmas de los Annales”, pág. 22

[12] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
Pág. 30.

[13] Ídem.

[14] REVEL, Jacques, Óp. Cit.
Pág. 24.

[15] Ibídem, pág. 26

[16] REVEL, Jacques, Óp. cit.
pp.33-35.

[17] REVEL, Jacques, Óp. Cit.
pág. 27

[18] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
pág. 72.

[19] BURKE, Peter, La Revolución
historiográfica francesa. La escuela de los Annales:
1929-1989, Gedisa, 1990, pág. 40

[20] Obra que refleja netamente sus
influencias tanto de Bloch como de Febvre, así como
también de Pirenne y de los geógrafos Ratzel y
Vidal de la Blache

[21] Inclusive los conceptos estructura y
coyuntura lo toma de la economía.

[22] La cual ocurre en la estructura a
diferentes ritmos y dimensiones.

[23] Historiadores reconocidos bajo la
estirpe braudeliana pueden mencionarse a Emmanuel Le Roy
Ladurie y Pierre Chaunu.

[24] LE GOFF, Jacques, “Pensar la
historia. Modernidad, presente, progreso”. Barcelona,
Paidos, 2005. Pág.12.

[25] En este caso Iggers muestra el ejemplo
que algunos miembros como Furet y Le Roy Ladurie sostienen que
no hay historia social científica que no trabaje con
métodos cuantitativos. En cambio Le Goff, Duby, Bloch y
Febvre, entre otros, utilizan fuentes más cualitativas.
IGGERS, G. Óp. Cit. pág. 58.

[26] Iggers sostiene que la
institucionalización de Annales le pone cierto
límite a este discurso. IGGERS, G.Ibídem,
pág. 49.

[27] Si bien no es la única es la que
cobra mayor trascendencia, incluso fuera del marxismo.

[28] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
pág. 75.

[29] Inclusive Hobsbawn aunque es el va a
quedar más apegado al marxismo ortodoxo.

[30] IGGERS, Georg, “La
historiografía del siglo XX. Desde la objetividad
científica al desafío posmoderno”, Chile,
Fondo de Cultura Económica, 2012, pág. 138.

[31] THOMPSON, Edward P., “Costumbres
en Común”, Critica, 1995, pág.22.

[32] Ídem.

[33] Ibídem, pág. 19.

[34] Ibídem, pág. 25.

[35] IGGERS, G, La ciencia
histórica…Óp. Cit. pág. 47.

[36] AROSTEGUI, Julio, “La
investigación histórica. Teoría y
Método”, Critica, 1995, pág. 122

[37] AROSTEGUI, Julio, Óp. Cit.
pág. 123

[38] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
pag.85

[39] AROSTEGUI, Julio, Óp. Cit.
pág. 124.

[40] Ibídem, pag.121

[41] Si bien, a diferencia del estudio de
mentalidades, la historiografía norteamericana no se
desarrolla fuera de sus fronteras, si llega a instalar dentro
de ella un paradigma historiográfico. AURELL, Jaume,
Óp. Cit. Pág. 92

[42] En este punto Revel aclara: “lo
económico es privilegiado ante todo porque su estudio,
hasta entonces, había sido demasiado descuidado; luego y
principalmente porque en él las relaciones sociales son
más densas y visibles que en otras partes; pero en
ningún caso representa el papel de una instancia que
determine el conjunto de los funcionamientos
sociales…”REVEL, Jacques. Óp.Cit.
pág. 28

[43] BURKE, Peter, Óp. Cit.
pág. 77

[44] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
pág. 90.

[45] Cabe destacar, a modo de mención,
que dentro de mentalidades se encuentran estudios diversos
acerca de los pensamientos que se tenían sobre la
muerte, el amor en el caso de Duby, la niñez en el de
Phillips Aries, los rituales del vasallaje de Le Goff. En fin
cosmovisiones abocadas a la Edad Media y el Antiguo
Régimen.

[46] Ibídem, pág. 91

[47] BURKE, Peter, Op. Cit.pág. 62

[48] IGGERS, Georg, La
historiografía… Óp. Cit. Pp.100-101.

[49] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
Pág. 93.

[50] Por ejemplo algunos representantes de
Annales, entre ellos Furet y Le Roy Ladurie, sostenían
que no existía historia científica que no trabaje
con métodos cuantitativos. Esto, a su vez, demuestra que
no era un grupo homogéneo ya que había tanto
posturas como preocupaciones disimiles.

[51] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
Pp.84-85.

[52] Al respecto Revel sostiene que “la
extraordinaria violencia de la reacción estructuralista
en Francia se expresó en los términos de un
anti-historicismo en ocasiones terroristas”. REVEL, J.
Óp. Cit. Pág.32

[53] CHARTIER, Roger, “El Mundo como
representación. Estudios sobre Historia Cultural”,
Gedisa, 2005, pág. 46

[54] Ibídem, pág. 49.

[55] El autor plantea que la historia
socio-cultural vivió demasiado tiempo apoyada sobre una
concepción mutilada de lo social. Ibídem,
pág. 54

[56] Ídem.

[57] Ibídem, pág. 49

[58] El autor menciona un doble significado:
por un lado, la representación muestra ausencia, lo cual
supone una clara distinción entre lo que representa y lo
que es representado y, por otro lado, la representación
es la exhibición de una presencia, la
presentación pública de una cosa o una persona.
Ibídem, pág. 56

[59] Ibídem, pp. 49-50

[60] De hecho aduce que la sociedad es una
representación colectiva y solo se puede penetrar en
ella a través de las representaciones que la forman.

[61] Ibídem, pág. 57.

[62] En este punto es importante mencionar
que no se cambian o reformulan los objetos, como lo propone
Chartier, sino que se miran desde otras perspectivas.

[63] Cabe destacar que son neomaxistas
thompsonianos. Y como tales, al reformular su
concepción, son superadores del culturalismo
thompsoniano.

[64] ARÓSTEGUI, Julio, pág.
135.

[65] AURELL, Jaume, Óp. .Cit. pp.
113-114.

[66] ARÓSTEGUI, Julio, Óp. Cit.
Pág. 138.

[67] Ibídem, pp. 136-138.

[68] También se toma a la obra de
Chartier, vista en el apartado, como texto fundador.

[69] CHARTIER, Roger, “El presente del
pasado: escritura de la historia, historia de lo escrito”
Universidad Iberoamericana, 2005, La Nueva Historia Cultural,
pp. 13-14.

[70] Ibídem, pág. 21

[71] GEERTZ, Clifford,
“TheInterpretation of Culture”, York, Basic Books,
1973, pág. 89, en: CHARTIER, Roger, El presente…
Cit. Pág. 24

[72] GEERTZ, Clifford, “La
interpretación de las culturas”, Gedisa, 1975.
Parte I “Descripción densa. Hacia una
teoría interpretativa de la cultura”, pág.
2

[73] IGGERS, Georg, La ciencia
histórica en el siglo XX, Cit. Pp. 91-92.

[74] AURELL, Óp. Cit. Pág.
181

[75] Ibídem, pp. 36-37

[76] IGGERS, Georg, La
historiografía… Cit. Pág. 202

[77] AURELL, Óp. Cit. Pág.
119

[78] Ibídem, pág. 178.

[79] Ibídem, pág. 180.

[80] ARÓSTEGUI, Julio, Óp. Cit.
Pág. 136

[81] AURELL, Jaume, Óp. Cit.
Pág. 128

[82] Ibídem, pág. 126.

[83] WHITE, Hayden, “El contenido de la
forma. Narrativa, Discurso y Representación
histórica”. Barcelona, Paidós, 1992,
pág. 19

[84] WHITE, Hayden, “HistoricalTexts as
LiteraryArtifact”, en Tropes of Discourse(Baltimore,
1978), 82. en: IGGERS, George, La
Historiografía…Cit. Pág. 194.

[85] WHITE, Hayden, El contenido… Cit.
Pág. 61

[86] Ibídem, pág. 34

[87] VILANOU, Conrad, “Historia
intelectual e historia conceptual” en ArsBrevisAnuari de
la cátedra Ramón LlullBlanquerna, No. 12,
pág. 172

[88] Ibídem. Pág. 181

[89] KOSELLECK, Reinhart, “Futuro
pasado”, pag.118, en: VILANOU, Conrad, Óp. Cit.
Pág. 182

[90] VILANOU, Conrad, Óp. Cit.
Pág. 182.

[91] Ibídem, pág. 186

[92] Ibídem, pág. 185.

[93] Ibídem. Pág. 186.

[94] Ibídem, pág. 178

[95] KOSELLECK, Reinhart, “Historia y
Hermenéutica”. Introducción de José
Luis Villacañas y Faustino Oncina. Barcelona, Editorial
Paidós-ICE Universitat Autónoma de Barcelona,
1997, en: VILANOU, Conrad, Óp. Cit. Pág. 178.

[96] POCOCK, J.G.A, “Historia
Intelectual: un estado del arte” en: Prismas. Revista de
Historia Intelectual. Nº 5, 2001, pp. 145-146.

[97] Ibídem, pág. 159.

[98] De la que formaron parte intelectuales
como Benedetto Croce, Collingwood y Arthur Lovejoy.

[99] IGGERS, Georg, “La
historiografía…”, Cit., pág.
206.

[100] Como por ejemplo el contexto de
Inglaterra que estudia Pocock en torno a los debates
entrelories y Whigs

[101] POCOCK, J.G.A, Óp.
Cit.pág. 173

[102] Por ejemplo, una apropiación o
innovación puede ser dialéctica porque lo que uno
quiso decir es tomado por otro que lo utiliza, pero para decir
o darle otro significado.

[103] Ibídem, pág. 155

[104] IGGERS, Georg, La
historiografía…Cit. pp. 206-207

[105] IGGERS, Georg, La ciencia
histórica, Cit. pp. 100-101.

[106] Franco Marina y Florencia Levin
(comps.), Historia reciente: perspectivas y desafíos
para un campo en construcción, Editorial Paidós,
Buenos Aires, 2007, pág. 38.

[107] Ibídem,pág. 35.

[108] Fazio Vengoa, Hugo “La historia
global: ¿encrucijada de la contemporaneidad?”
enscienti.colciencias.gov.co:8084, pág. 64

[109] me refiero al presente del
historiador

Partes: 1, 2
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